La muralla
- R:.L:. Lichkay n°28

- 2 oct 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 18 dic 2019
La muralla (Nicolás Guillén)

Para hacer esta muralla, tráiganme todas las manos: los negros, sus manos negras, los blancos, sus blancas manos. Ay, una muralla que vaya desde la playa hasta el monte, desde el monte hasta la playa, bien, allá sobre el horizonte. ¡Tun, tun! ¿quién es? una rosa y un clavel... ¡Abre la muralla! ¡tun, tun! ¿quién es? el sable del coronel... ¡Cierra la muralla! ¡tun, tun! ¿quién es? la paloma y el laurel... ¡Abre la muralla! ¡tun, tun! ¿quién es? el alacrán y el ciempiés... ¡Cierra la muralla! al corazón del amigo, abre la muralla; al veneno y al puñal, cierra la muralla; al mirto y la yerbabuena, abre la muralla; al diente de la serpiente, cierra la muralla; al ruiseñor en la flor, abre la muralla...
BUSQUEMOS LO BUENO, LO BELLO Y LO VERDADERO
Este hermoso poema del cubano Nicolás Guillén tiene mucho simbolismo masónico. Refleja cómo la Masonería ha influido en su autor. Su tema es la búsqueda de un mundo mejor, basada en la alegoría de la construcción de una muralla. Busca lo mismo que nosotras en la Orden. Una de las primeras cosas que aprendemos es que la Masonería persigue esa esperanza, educando a sus miembros para que el perfeccionamiento personal, de uno en uno y sumándonos en la fraternidad lo consiga.
En el poema se quiere construir una muralla, nosotras usamos la alegoría de la construcción del templo. Esa muralla persigue algo así como nuestros trabajos a cubierto. Para dejar fuera el mundo profano. Hay quien toca:”tun, tun”, hay quien pregunta: ¿quién es?
Habla de la unión, habla de igualdad de razas, de la esperanza, de la justicia y eso lo hace usando metáforas que cada una de nosotras podremos interpretar como entendamos, pero que al ponernos de acuerdo al abrir o cerrar la muralla, quiere decir que casi coincidimos en nuestras interpretaciones, es decir que buscamos un ideal común. No habla de lucha pero sí de protección:
“cierra la muralla”
No dice qué es lo malo y qué es lo bueno, lo representa en símbolos para que cada quien identifique lo qué es para sí. Porque este es uno de los grandes dilemas de la humanidad, saber distinguir entre lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, la verdad y la mentira. Ya los filósofos griegos se cuestionaban sobre este discernimiento y sobre la relación entre los tres conceptos. Para el profano es evidente lo qué es malo y lo qué es bueno. Quizás lo que cree que en este mundo material le convine o no le conviene. Cosas que nos satisfacen y nos
agradan pueden no ser buenas para nosotras. Sabemos que hay algo malo en lo bueno y también algo bueno en lo malo y el resultado es la realidad, la vida. Ni todo es negro ni todo es blanco, hay una línea infinita de grises. Pero la vida tampoco es gris, la vida está llena de colores y los colores nos ayudan a distinguir la realidad. Y los colores precisamente aparecen en el límite entre la luz y la oscuridad.
Solo viajando al centro de nuestra conciencia encontraremos nuestra luz interior. Esa luz representa lo verdadero, la sabiduría que no se encuentra en este mundo material, pero hacia la que sí se puede caminar.
Antonio Machado nos dejó estos versos que lo expresan de una manera muy llana y hasta
coloquial:
“¿Tu verdad?
No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela”
La masona sabe que no posee la verdad, que en este mundo no existe, pero su
alma la busca, porque la conoce, porque ha vivido ya en el mundo espiritual, en
el mundo de las ideas y la recuerda.
Como hipótesis de trabajo podríamos deducir que lo bueno es lo que beneficia
a la mayoría, pensando en las metáforas que aparecen en el poema podríamos
decir: la salud, la naturaleza, la paz, el amor, la fraternidad, la igualdad, la libertad…El bien general se puede discernir con la razón, con el estudio, con el conocimiento, en definitiva, con la mente. Con una mente clara, lúcida, sin ataduras, sin prejuicios, sin egoísmos “sin ruidos ni interiores ni exteriores”, por ello es importante buscar el silencio, la calma y la meditación.
Pero la Masonería es una institución formada por seres humanos y a veces cuando se espera encontrar “un mundo ideal” en ella nos podemos sentir frustradas porque también nos encontramos elementos que me molesta tenerlos que mencionar, pero están. Nos encontramos con: Vacilaciones, despotismo, miembros dominantes, reacios, decisiones
apresuradas, atribuciones indebidas, sorderas, rivalidades,…
Esto no nos debe desilusionar, no hay que ser ingenuas, la Masonería es terrenal, y el mundo es así. Y la masona no es más que una mujer que quiere mejorar, que está en proceso de perfeccionamiento. Perfectas no somos ni creo que lleguemos a serlo ninguna de nosotras.
La belleza también se requiere para estar dentro de esa muralla, y es todo aquello que nos reconforta, que nos llena de felicidad por el solo hecho de existir, y la percibimos con nuestros sentidos, y nos hace sentir a la vez, y nos toca el corazón, los sentimientos, nos hace llorar y reír pero de dicha, de emoción. Por ejemplo “esa rosa, ese clavel” del poema.
Ambas condiciones bondad y belleza nos acercan a lo Verdadero, y a lo Verdadero nos aproximamos con el espíritu, esa parte de nuestro ser que está en conexión con algo superior, inalcanzable para nosotras, pero que de vez en cuando nos toca, nos roza y… nos cambia la vida. A lo verdadero nos aproximamos con la conciencia, ese espectador que observa lo que nuestra mente elabora, y que nos tiene que ayudar a controlar nuestros sentimientos, porque solo así dirigiremos correctamente nuestras acciones.
¿Cómo nos enseña la Masonería a ser mejores? Nos da una serie de herramientas simbólicas que representan virtudes y actitudes, que cada una de nosotras tiene que identificar, interiorizar e incorporar a su vida diaria. Y nos exige deberes, compromiso con nosotras y con nuestras hermanas, respeto, y trabajo, mucho trabajo. Pero esa es nuestra religión, la religión del trabajo…
Tenemos que ser dignas de estar dentro de la muralla. Cada día habrá más manos y la muralla será más grande, y como dice el poema, marcará el horizonte.
Segunda Vigilante Lichkay

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