"EL ESOTERISMO" Primer Puesto del Concurso Literario de Aprendiza
- R:.L:. Lichkay n°28

- 18 dic 2019
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“Escuchad en vosotros mismos y mirad en el infinito del
espacio y tiempo. Allí resuenan el canto de los astros, la voz
de los números, la armonía de las esferas”
Hermes Trismegisto 1
La tradición iniciática de la Masonería femenina, tiene como finalidad instruir a las iniciadas en valiosas verdades veladas por la alegoría e ilustrada por símbolos. Por ello, la doctrina esotérica, o la “ciencia oculta”, “la ciencia de lo interior”, está estrechamente vinculada a este proceso de develamiento. Al iniciarse en la Masonería, la persona empieza una preparación gradual hacia la espiritualidad. Una de las primeras tareas que se nos encomienda es el entendimiento de la famosa inscripción del templo de Delfos: “conócete a ti mismo”, entendido como un ejercicio simultáneo de voluntad, intuición y razonamiento, pues según el segundo principio hermético, el principio de correspondencia: “como es arriba, es abajo” 2 ; si te conoces a ti misma, conocerás el universo y el éter donde habita el alma.
Este profundo pensamiento, da lugar a diversas interpretaciones para contestar la pregunta ¿De dónde venimos? En los tiempos actuales, religiosos, filósofos y científicos no han podido llegar a acuerdos, pues cada uno marcha con su bandera, como verdad absoluta. Sin entender que probablemente la respuesta esté en la unión de sus conocimientos y no en la fragmentación de los mismos.
El esoterismo, entendido desde la perspectiva masónica, se relaciona directamente con las
doctrinas esotéricas del Hermetismo, el Pitagorismo, la Alquimia y la Cábala. Doctrinas que
contienen la ciencia racional de los números, los principios físicos y químicos de la evolución
universal, los destinos y los fines supremos del alma humana. Se analizan estas doctrinas con el fin de entender en qué punto convergen las creencias, las religiones y las ciencia; es decir, el sentido mismo de lo que se denominaría esoterismo y que está estrechamente relacionado con el conocimiento interior.
En la actualidad, nosotros hemos disociado nuestro cuerpo del espíritu y del alma. Nuestras
ciencias físicas y naturales, muy avanzadas en su campo, han seguido su revolución sin querer fusionarse con la amplitud universal del alma. Nuestra medicina nada quiere saber del poder sanador del espíritu, y nuestras religiones no satisfacen las necesidades de la inteligencia. Existe una lucha innecesaria entre el poder de la racionalidad y la fuerza de la fe.
Según los estudiosos de la vida de Pitágoras 3 , se cree que éste, durante sus viajes de estudio y de iniciación, había podido comparar las ventajas y los inconvenientes del monoteísmo judío, del politeísmo griego, del trinitarismo hindú y del dualismo persa. Pitágoras planteaba que, visto a través del instinto y el caleidoscopio de los sentidos, Dios es múltiple e infinito como sus manifestaciones, de ahí el politeísmo, donde el número de dioses no está limitado. Visto a través del alma resonante, dios es doble, es decir, espíritu y materia, de ahí el dualismo de Zoroastro, de los maniqueos y de muchas otras religiones. Visto a través del intelecto puro es triple, es decir: espíritu, alma y cuerpo en todas las manifestaciones del universo. De ahí los cultos trinitarios de la India y la misma trinidad del cristianismo. Concebido por la voluntad que resume el todo, Dios es único, y tenemos ahí el monoteísmo hermético de Moisés. Sabía que todas esas religiones eran los rayos de una misma verdad, tamizados por distintos grados de inteligencia y por diversos estados sociales. Tenía la clave, la síntesis de todas esas doctrinas, era la ciencia esotérica, es decir el entendimiento en profundidad de la triple naturaleza del hombre (cuerpo, alma y espíritu), donde radica la única verdad, y el acercamiento al conocimiento de la luz.
Lamentablemente, en nuestros tiempos, los religiosos están ensimismados en declarar su propia verdad y venerar al Dios que creen es el verdadero, gestando luchas en nombre de la fe. Se han alejado cada vez más de lo que Pitágoras planteaba como ciencia esotérica. Sin embargo, por el lado opuesto, poco a poco los científicos, sobre todo en la rama de la física cuántica, se están acercando al reconocimiento de un agente universal imponderable para explicar el mundo, o lo que Pitágoras llamó la eterna Pisque, retornando así, sin saberlo, a las ideas de la teosofía antigua, aún con mucho recelo y exceso de agnosticismo.
Entonces, si de algo podemos estar seguras, es que la ciencia esotérica es la síntesis de los
principios de nuestra existencia y por ende el entendimiento de los planos superiores donde
habita el alma fusionada con la mentalidad universal. Por ello, es compleja de entender puesto que no se puede disociar el mundo natural, el mundo espiritual y el mundo del hombre, todo lo contrario debe fusionarse. Y este conocimiento no puede ser develado a personas que no sabrían entender y manejar este conocimiento. Con esto vuelvo a la tradición iniciática, no solo de la Masonería, sino también de todas las doctrinas esotéricas de la antigüedad.
La iniciación es para nosotras una preparación gradual hacia las cumbres del espíritu donde
puede entenderse la vida. Poco a poco, si somos dignas de esa verdad, podremos fundir nuestro ser físico, moral e intelectual, y por fin ver la luz de la verdad. Cultivar la inteligencia en la razón, la virtud en el alma, y la fe en nuestros principios de vida, no como dogma sino como liberación. Aristóteles decía que solo a través de la perplejidad, la duda y el asombro nos podemos acercar al conocimiento verdadero, por ello más que respuestas, debemos plantearnos dudas.
La humanidad ha perdido su sentido espiritual, y con ello la posibilidad de lograr una vida
armoniosa y su propósito en el Universo. Pero mediante su lucha cada vez más fuerte con el
mundo exterior ha desarrollado pujantemente su razón y su inteligencia, que podría redirigir ese pensamiento racional hacia la verdad universal, hacia los misterios de la ciencia esotérica.
La evolución es la ley de la vida,
El número es la ley del universo,
La unidad es la ley de Dios.
Pitágoras
Diana Torres
1 Schure, E. (1980). Los Grandes Iniciados. Buenos Aires: Ediciones Lidiun. Pág. 69.
2 Tres Iniciados. (1981). El Kybalion. Filosofía Hermética del Antiguo Egipto y Grecia. Buenos Aires: Editorial Kier.
3 Schure, E. (1980). Los Grandes Iniciados. Buenos Aires: Ediciones Lidiun.



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