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RECORDANDO EL SOLSTICIO DE VERANO

  • Foto del escritor: R:.L:. Lichkay n°28
    R:.L:. Lichkay n°28
  • 15 ene 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 2 oct 2019



"Tú naces glorioso, Oh Atón viviente. Señor de la eternidad. Eres radiante, hermoso y fuerte. Tu amor es poderoso y grande; Tu luz de diversos colores cautiva a todos. Tú eres la madre y el padre de todo ser que Tú creaste; cuando Tú te elevas, sus ojos se vuelven a contemplarte; sus corazones palpitan fuerte cuando te ven, pues Tú naces como su señor; sus manos se elevan para adorar Tu persona. La eternidad emana de Ti, en Ti mismo estás solo, pero en Ti hay millones de poderes de vida que crean a todas las criaturas vivientes, cuando te elevas los botones se abren en flor, las plantas que crecen en tierras áridas echan brotes ..."

Himno al Sol escrito por el Faraón Amenotep o Amenofis lV (1378-1350 A. C.)



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El solsticio de verano es el fenómeno que nos hace rememorar una vez más que el universo en su formación tan maravillosa y misteriosa, tiene un ciclo natural perfecto, que debemos esforzarnos en estudiar y aprehender.


El solsticio de verano ocurre cuando el Sol alcanza su mayor altitud y por ello coloquialmente a esta etapa se le llama pleno verano.

El día del solsticio de verano tiene el mayor período de luz del día y por ello es el día más largo del año, así que es una oportunidad importante para tomar esa luz y llenarnos de nueva energía de cara al inicio de un nuevo ciclo.


Nuestra dualidad nos hace transitar entre la oscura ignorancia y la luz de la sabiduría, así que este es el momento más adecuado para llenarnos de la luz que el Universo nos obsequia en este solsticio de verano y que nos servirá para trazar nuevos planes, tener nuevos comienzos, más felices y mejores.

El verano es una época alegre del año en la que las temperaturas cálidas permiten el florecimiento de las flores, la recolección de las siembras, la reproducción de la vida y es una etapa con un profundo y sagrado significado.

No en vano los antiguos peruanos, y prácticamente todas las civilizaciones alrededor del mundo, celebraban al Dios Sol como su principal deidad porque les traía una vida nueva después de las frías épocas invernales. Así, se construyeron hermosos templos, altares y demás obras para alabar al sol y todo lo que este traía consigo.


Nosotras también estamos construyendo permanentemente nuestro interior, con la finalidad de que nos podamos constituir como piedras de un gran Templo Sagrado que es la Masonería, y por ello debemos aprovechar que este solsticio nos abre la puerta a una etapa en la que podremos trabajar con mayor luz en nosotras mismas; pues cuando el sol triunfa sobre las tinieblas, es el momento perfecto para meditar sobre los contrastes de luz y sombra que como todo ser humano nosotras tenemos, y meditar sobre la necesidad de morir permanentemente a nuestros vicios, prejuicios y defectos.



Internalicemos la enorme lección de armonía cósmica que nos brinda el universo, al obsequiarnos los solsticios, que año a año cumplen con su maravilloso ciclo de regularidad, ordenados por las leyes de la física y que nos dejan una enorme enseñanza simbólica que debemos desentrañar. Seamos conscientes que después de una etapa difícil, representada por el invierno, en la que la convivencia con la naturaleza no ha sido sencilla, es imperativo que llegue una nueva etapa de serenidad, que hará renacer la vida en todo su esplendor, llenando el mundo de nuevos colores, contrastes y aromas.


Las masonas debemos también buscar ser mejores mujeres, para lograr una sociedad más justa y solidaria. Entreguemos siempre en nuestros actos lo mejor de nosotras, brindemos a nuestras hermanos y hermanos respeto, justicia, tolerancia y lealtad, sentimientos puros y de perfección que nos hacen mejores seres humanos y que nos permiten integrarnos y crecer.


Los cambios que trae el solsticio en el mundo, nos debe llevar a hacer cambios en nosotras mismas, porque siempre hay algo que mejorar, siempre hay algo que aprender y siempre hay algo que rectificar; si no supiéramos eso y lo creyéramos férreamente, no tendría ningún sentido estar en la Masonería, porque no reconocernos como seres imperfectos y creer que somos dueñas de alguna verdad inamovible, nos deja fuera del alcance del perfeccionamiento personal que perseguimos en la Masonería, a donde vinimos a buscar lo bueno, lo bello y lo verdadero.


Tomemos lo mejor que nos trae la plenitud de luz del Solsticio de verano, para madurar nuestros frutos, nuestras ideas, nuestras creencias, nuestros principios masónicos.


Reactivemos nuestra buena voluntad con más energía, para renacer como mejores mujeres y como mejores masonas de lo que hemos tratado de ser, y demostremos que el trabajo realizado en estos casi 10 años en Lichkay N° 28, no ha sido un trabajo en vano, sino que es un trabajo que ha dado y seguirá dando por muchos años más, importantes frutos a la sociedad.


Finalmente, con la luz del solsticio veremos cómo hemos cambiado a lo largo de este año, podremos tener claridad y hacer un balance del trabajo realizado y sus resultados. Este trabajo que requiere un enorme esfuerzo personal para mejorarnos día a día, lo recomenzaremos con fuerzas renovadas, con vitalidad y con una voluntad inquebrantable.

La Naturaleza como reguladora de la vida, luego de hacernos padecer sus inclemencias invernales, nos permitirá nuevamente disfrutar de la luz brillante de la renovación.


Oradora Lichkay


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